Difundió la última edición de su informe sobre Clima de Inversiones 2019 del Departamento de Estado.

Embajada de Estados Unidos en Montevideo. Foto: Gerardo Pérez
En Uruguay el gobierno reconoce el rol “importante” que la inversión extranjera juega en el desarrollo económica y sigue manteniendo un “clima de inversión favorable que no discrimina a los inversores extranjeros”. Estas son algunas de las conclusiones acerca del país contenidas en la última edición del Informe sobre Clima de Inversiones 2019 del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Uruguay, agrega el reporte, tiene un sistema legal “estable” que trata de igual manera a inversores extranjeros y locales.
A su vez, plantea que pese a que el país cuenta con incentivos tributarios para la inversión, la inversión extranjera directa (IED) continúa “baja” frente al periodo previo a 2015.
Las empresas estadounidenses que operan en Uruguay –unas 120, detalla el informe- no identificaron a la corrupción como un obstáculo para invertir en el país.
Los sindicatos uruguayos, añade el informe, se hacen escuchar y los conflictos “pueden escalar rápido, con paros afectando a la productividad”. El reporte suma a esto que varios inversores estadounidenses y de la región han señalado como una preocupación que los sindicatos pueden ocupar de manera legal los lugares de trabajo y de esa manera detener las operaciones de una empresa “con pocas repercusiones”.
En este sentido, representantes del sector privado manifestaron que la relación “cercana” entre los sindicatos y el actual gobierno genera que los consejos de salarios tripartitos en general aumenten los salarios “sin la suficiente consideración por las habilidades de las compañías para absorber los incrementos de costos”.
Por otro lado, el reporte marca que la ubicación “estratégica” del país junto a su régimen de importación especial –entre los que menciona a las zonas francas- lo convierten en un centro de distribución “bien situado” para productos de Estados Unidos que quieran llegar a los países de la región.
Además, sostiene que con un mercado pequeño pero de consumidores de alto poder adquisitivo, Uruguay puede ser un buen mercado para probar productos estadounidenses.